OJO, MUCHO OJO EH

Cada vez que escucho esas estúpidas campañas en contra de la violencia no puedo evitar sonreír un poco, subo el volumen de la TV para –cómo el lobo de la caperucita- escuchar y ver mejor, no importa si se trata de violencia en contra de las mujeres, de los niños, de los ancianos, de los vecinos, da lo mismo, todo es tan absurdamente superficial y falto de sustento que todas esas campañas terminan siendo colecciones de piezas valiosísimas en el salón de la fama del humor involuntario.

La verdad es que somos una sociedad hambrienta de violencia, sedienta de sangre, ávida de la tragedia ajena, ¿por qué negarlo?, ¿a poco –mal amado lector- nunca te has visto atorado en un embotellamiento que sucedió sobre la avenida en la que vas conduciendo pero en el carril contrario de circulación -es decir, que el accidente no obstruye la vialidad-, pero todo mundo (incluido tú mismo, por supuesto) bajan la velocidad para ver el accidente?, ¡ah véda!

A veces me pongo a pensar ¿Quién estará verdaderamente peor?, ¿aquella mujer que –dentro de su crueldad, mounstrosidad o ignorancia -golpeo a su hijo de un año de edad hasta matarlo o quienes –cómo animales carroñeros- buscan el seguimiento detallado del caso en los noticieros?, lo que pareciera es que la miseria ajena sirve cómo bálsamo para las miserias propias, es decir –por ejemplo- ‘yo no trabajo y en ocasiones mis hijos pasan hambre, pero no les pego hasta matarlos’, ‘Yo le pego a mi esposa en ocasiones cuando llego borracho, pero no les pego a mis hijos y menos los mato a golpes’, y así, una serie de inacabables etcéteras. Una verdadera dulzura.

Lo más cómico de todo este asunto de la violencia es que –cómo siempre que sucede un caso que “indigna” a la comunidad- los medios de comunicación con su excelso sentido de objetividad salen a las calles a preguntarle a la gente (es un decir) acerca de cuál –a juicio del entrevistado- sería el castigo apropiado para la madre que mató a su hijo a golpes (o del crimen en turno), la respuesta –mal amados lectores- ya la pueden imaginar: “¡que la maten a la desgraciada, por andar matando a inocentes!”, “¡que la maten a pedradas, para que sufra!”, “¡que la encierren de por vida y la golpeen todos los días!”, y opciones por el estilo.

Pero la labor de los medios no termina aquí, cómo personas comprometidas con la labor social y la investigación periodística, estos nobles seres, incansables buscadores de la verdad se dan a la tarea de ir a entrevistar a los vecinos del criminal en turno.

Reportero: Oiga, ¿y usted veía que la mujer le pegaba a su hijo?
Vecino: Pues no oiga, nomás lo regañaba –vedá- cómo cualquier madre.
R: Pero ¿usted nunca escucho algo raro?, ¿cómo si le pegaran al niño?
V: Pos no oiga, nomás a veces se enojaba –vedá- y le daba unas nalgadas –vedá-.
R: ¿En la calle?, ¿A la vista de todos?, ¿A la vista de usted?
V: Pos, estaba en mi tiendita oiga, yo si la veía –vedá- pero no había nadie más –vedá-
(Volteando hacia el lente, mientras los niños de la zona brincan atrás de él para saludar a la cámara)
V: Así es amigos, tal cómo ustedes han escuchado en este desgarrador testimonio de una persona que fue testigo de cómo un ser inocente sufría maltratos por la persona que hace poco más de un año lo trajo al mundo, ahora (silencio de 5 segundos) le arrebata la vida.

Cada vez que escucho esas estúpidas campañas en contra de la violencia no puedo evitar sonreír un poco, pero solo cuando estoy a solas, porque cuando hay gente a mi alrededor (es un decir) pongo cara de indignación, tal como lo dicta el estricto protocolo de la doble moral de nuestra ciudad, al terminar de ver la TV la apago y me lanzó a las calles de mi amado Irapuato, a no dejar pasar a los automovilistas que ponen su direccional, a no ceder el paso a los peatones que intentan cruzar la avenida, a aventar el carro y hacer sonar el claxon a cuanto conductor intente cambiarse de carril y usar aquel por el cual yo voy circulando, ¡ah, pero eso si!, con el rosario colgado en mi espejo retrovisor y la calcomanía de la virgencita de guadalupe (en caricatura, la que está de moda) pegada en la defensa del auto y con la paz de conciencia que me da la convicción de que yo estoy en contra de la violencia, que quede muy claro.

Por cierto, Fabiruchis –víctima de la violencia en contra de los hombres mujeriegos y trasnochadores (sic)- acaba de anunciar que se une a una famosa campaña en contra de la violencia, aquella que reza la frase “El que golpea a una, nos golpea a todas”, al cabo que después del incidente quedo que ni mandado a hacer para la foto de esta campaña. Y ustedes amiguitos que leen este blog pacifista, digan no a la violencia…¡o los mato!

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